en los últimos meses / -y por primera vez- / me han pedido varias poéticas o preguntado por qué escribo / que para el caso es lo mismo / y yo he intentado conciliarme / con ordenadores y palabras / para ofrecer una respuesta medianamente satisfactoria / en todos los baralles que resolví hacer / cuento que cuando escribo / lo hago por necesidad de comunicación / ni más ni menos / y que me gusta cuando / el mensaje emitido llega al receptor sin "ruido" / pero verdaderamente me encanta cuando / quien recibe mi mensaje viaja por diferentes emociones / y esas paradas / en diferentes estaciones / lo modifican / aunque sólo sea por un tiempo al menos
conocí a Marta / porque un día dejó un mensaje / en mi panal de abeja / ante un aullido / y al querer responder con agradecimiento a su notita / le saqué polvo a su desván / empecé a reconocer lecturas conocidas / y otras pendientes des-conocidas / y pude ver que era un espacio construido con mucho amor / y con libros amontonados / (como me gusta ver las liberías y mis habitaciones) / con post-its / reseñas e imágenes / imágenes que Marta dibuja con delicadeza / después de sus lecturas en las mejores fragatas, que diría Emily Dickinson / le dije que si quería conocer mi guerra de identidad / porque creía que sería alguien que la entendería / a pesar de que las guerras nunca son racionales / y no todos los libros son para todas las personas / sí, (en ese aspecto) me confieso / un poco juanramoniana / y digo, como él, que / la poesía va dirigida "a una inmensa minoría"
marta recibió el libro / por correo / tras sus vacaciones y hoy / yo recibí un email: "He acabado de leer tus poemas por segunda vez, estoy aún con el aliento contenido, y por eso que siempre decía mi abuela de que lo malo se dice en privado y lo bueno en público para que todo el mundo lo sepa, tendrás que esperar a ver la reseña en el blog de El desván de los libros :) que saldrá en breve."
hace un rato llegué a casa / me puse a merodear y recibí esta sorpresa / una reseña en ese divino desván de libros http://eldesvandeloslibros.blogspot.com/ que dice así:
Guerra de identidad (Ediciones Baile del Sol) es un libro de poemas valiente y desgarrador. Se dice en la contraportada que está a medio camino entre el testimonio poético y el monólogo teatral. Es cierto.
La autora, Déborah Vukusic, afronta y rememora su pasado para comprender su presente. Rasca todo lo superfluo de la niñez y la adolescencia para quedarse con lo esencial y averiguar de dónde sale la mujer que es, el porqué de vicios y virtudes, tristezas y alegrías. El juego hermoso de su lenguaje nos llena por momentos de gran ternura y otros de angustia. La abuela que prepara comidas y es nexo de unión de la familia, el recuerdo del abuelo fallecido con el que compartía cigarrillos, la madre que trabaja de sol a sol y es norte y referente de su hija, su padre presente/ausente y fantasma doloroso, un hombre cuyos ojos “no tienen fondo/ salvo para la mentira”. Y dos mundos: Galicia y la ex Yugoslavia o nueva Croacia. Su madre es gallega y su padre croata, soldado durante la guerra. Y eso, precisamente la guerra, es una constante en estos versos que tienen mucho de testimonio, tienen mucho de discurso en el que se dice: “Mirad, esto he vivido, esto he oído, todo esto perdí y también esto gané. Esta, por lo tanto, soy yo”.
Déborah se presenta como una niña “sola/ aburrida/ crecida entre adultos”, una niña cuyos padres se divorcian cuando ella es muy pequeña. Nos habla de su casa, sus abuelos, su madre, su complejo de “Electra, Edipo femenino” con esa constante de “tú no eres mi padre” a los hombres que se acercaban a su madre. Se nos muestra como una niña que guarda con lacito azul las cartas que su padre le envía, un padre que no está cuando hace falta, pero que regresa cuando a ella se le ha olvidado recordarle, vuelve como un fantasma. Déborah pisa, después de años, otra vez Croacia y huele el horror de la guerra, de la desaparición de dos amiguitas con las que jugaba de niña y que nadie le quiere contar qué les ha ocurrido. Comprende y sufre por el valor de cada víctima. En un fragmento de un poema escribe, refiriéndose a su padre:
"(…) atravesando montañas de cartón piedra dice: “este pueblo lo tomé con mis hombres en 2 días cabrones, hijos de puta! me costó 3 vidas”¿y él? niño con pelota mujer joven imberbe viejo niña con su muñeca un bracito ¿de niña o de muñeca? No se le puede contar a una niña 16 años 17 que su padre es un asesino no puede enorgullecerse de asesinar no delante de su hija". Pero al mismo tiempo la autora no es víctima de las circunstancias: se revuelve, patalea, quiere saber y sabe, y le duele lo que sabe pero lo asume, deja sangrar las heridas y las cura. La autora es hacedora de sí misma, tal y como dice en estos versos hermosos: "(…) me cuento el mismo cuento cada nochepara decirle al futuro cómo tiene que ser." Este es un libro de versos valientes escritos por una autora que asume todas sus esquinas y sus miedos para comprender quién es ella y quiénes son los que la rodean, y sobre todo para saber qué debe a cada cual en el camino hacia la madurez.
gracias, Marta / me preguntaban de poéticas y escrituras / y ahora sí que podría responder / quizá más acertadamente: / escribo para tener esta extraña sensación / la de que alguien ha experimentado emociones / (emoción, viene de movimiento) / y ha comprendido quien soy / y por eso hoy / ya no me siento tan sola
conocí a Marta / porque un día dejó un mensaje / en mi panal de abeja / ante un aullido / y al querer responder con agradecimiento a su notita / le saqué polvo a su desván / empecé a reconocer lecturas conocidas / y otras pendientes des-conocidas / y pude ver que era un espacio construido con mucho amor / y con libros amontonados / (como me gusta ver las liberías y mis habitaciones) / con post-its / reseñas e imágenes / imágenes que Marta dibuja con delicadeza / después de sus lecturas en las mejores fragatas, que diría Emily Dickinson / le dije que si quería conocer mi guerra de identidad / porque creía que sería alguien que la entendería / a pesar de que las guerras nunca son racionales / y no todos los libros son para todas las personas / sí, (en ese aspecto) me confieso / un poco juanramoniana / y digo, como él, que / la poesía va dirigida "a una inmensa minoría"
marta recibió el libro / por correo / tras sus vacaciones y hoy / yo recibí un email: "He acabado de leer tus poemas por segunda vez, estoy aún con el aliento contenido, y por eso que siempre decía mi abuela de que lo malo se dice en privado y lo bueno en público para que todo el mundo lo sepa, tendrás que esperar a ver la reseña en el blog de El desván de los libros :) que saldrá en breve."
hace un rato llegué a casa / me puse a merodear y recibí esta sorpresa / una reseña en ese divino desván de libros http://eldesvandeloslibros.blogspot.com/ que dice así:
Guerra de identidad (Ediciones Baile del Sol) es un libro de poemas valiente y desgarrador. Se dice en la contraportada que está a medio camino entre el testimonio poético y el monólogo teatral. Es cierto.
La autora, Déborah Vukusic, afronta y rememora su pasado para comprender su presente. Rasca todo lo superfluo de la niñez y la adolescencia para quedarse con lo esencial y averiguar de dónde sale la mujer que es, el porqué de vicios y virtudes, tristezas y alegrías. El juego hermoso de su lenguaje nos llena por momentos de gran ternura y otros de angustia. La abuela que prepara comidas y es nexo de unión de la familia, el recuerdo del abuelo fallecido con el que compartía cigarrillos, la madre que trabaja de sol a sol y es norte y referente de su hija, su padre presente/ausente y fantasma doloroso, un hombre cuyos ojos “no tienen fondo/ salvo para la mentira”. Y dos mundos: Galicia y la ex Yugoslavia o nueva Croacia. Su madre es gallega y su padre croata, soldado durante la guerra. Y eso, precisamente la guerra, es una constante en estos versos que tienen mucho de testimonio, tienen mucho de discurso en el que se dice: “Mirad, esto he vivido, esto he oído, todo esto perdí y también esto gané. Esta, por lo tanto, soy yo”.
Déborah se presenta como una niña “sola/ aburrida/ crecida entre adultos”, una niña cuyos padres se divorcian cuando ella es muy pequeña. Nos habla de su casa, sus abuelos, su madre, su complejo de “Electra, Edipo femenino” con esa constante de “tú no eres mi padre” a los hombres que se acercaban a su madre. Se nos muestra como una niña que guarda con lacito azul las cartas que su padre le envía, un padre que no está cuando hace falta, pero que regresa cuando a ella se le ha olvidado recordarle, vuelve como un fantasma. Déborah pisa, después de años, otra vez Croacia y huele el horror de la guerra, de la desaparición de dos amiguitas con las que jugaba de niña y que nadie le quiere contar qué les ha ocurrido. Comprende y sufre por el valor de cada víctima. En un fragmento de un poema escribe, refiriéndose a su padre:
"(…) atravesando montañas de cartón piedra dice: “este pueblo lo tomé con mis hombres en 2 días cabrones, hijos de puta! me costó 3 vidas”¿y él? niño con pelota mujer joven imberbe viejo niña con su muñeca un bracito ¿de niña o de muñeca? No se le puede contar a una niña 16 años 17 que su padre es un asesino no puede enorgullecerse de asesinar no delante de su hija". Pero al mismo tiempo la autora no es víctima de las circunstancias: se revuelve, patalea, quiere saber y sabe, y le duele lo que sabe pero lo asume, deja sangrar las heridas y las cura. La autora es hacedora de sí misma, tal y como dice en estos versos hermosos: "(…) me cuento el mismo cuento cada nochepara decirle al futuro cómo tiene que ser." Este es un libro de versos valientes escritos por una autora que asume todas sus esquinas y sus miedos para comprender quién es ella y quiénes son los que la rodean, y sobre todo para saber qué debe a cada cual en el camino hacia la madurez.
gracias, Marta / me preguntaban de poéticas y escrituras / y ahora sí que podría responder / quizá más acertadamente: / escribo para tener esta extraña sensación / la de que alguien ha experimentado emociones / (emoción, viene de movimiento) / y ha comprendido quien soy / y por eso hoy / ya no me siento tan sola
7 comentarios:
un libro de poemas es una caja de herramientas al servicio de la conciencia de la gente. actriz, escritora, tú que vives del aire y reinas entre cuentos en los bares... no estás sola.
un abrazo
:-)
Habría que hacer más literatura sobre los mecánicos siniestros. Digoyoquesí.
(el otro día descubrí por aquí que ambos conocemos a Bárbara B, amiga de una amiga).
por cierto, vi en un video de youtube que también has pasado por Hispánicas. en la Complutense? yo estuve por allí unos años tb.
besos
Gracias a ti por cada verso.
mat, bárbara y yo coincidimos en un par de ocasiones (un recital extraño, el segundo y último +/- de mis textos en artépolis) y es amiga de un amigo; además de una pintora impresionante.
agus, yo estudié en toulouse y en alcalá. he visitado tu blog y leído tus poemas; están muy bien.
martiña, a ti por leerlos...
qué difícil es decir por qué hacermos las cosas...
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