la vida de un libro es extraña... // jordi mac me contaba que un libro no existe si no se lee... // yo me confieso más prosaica o superficial / porque siempre he pensado que no existía si no se veía (y hablo de que la falta de un espacio de exposición implica la muerte o por lo menos el sueño profundo de las palabras) // repito: la vida de un libro es extraña // escribí guerra en el 2006 / el texto tardó en ver la luz más de un año y medio / se presentó y llegó el verano... // dicen que el verano apaga también las lecturas / que sólo nos quedan esos best-sellers que llevarse a la playa / esos de los que has estado oyendo hablar todo el año a tus compañeros de oficina / y a los que les pides / como con las películas / que no te "chafen" el final // pero la guerra, siempre la guerra / sobrevive incluso a los veranos //
.
unos meses más tarde / cuando pienso más en el futuro que en el pasado o en el mismo presente me voy encontrando con nuevas reseñas que me dan calorcito / y gracias a las que recuerdo por qué escribo // no importa quién las escriba / si es un periódico (cuyas reseñas deben cobrarse a precio de oro) o si es un compañero bloguero / no importa // no importa / mientras haya un corazón hermoso detrás de las ideas //
.
"Cuando eres niño y desconoces gran parte del mundo, tanto físico como metafísico, recurres constantemente a asociaciones de ideas que te ayuden a orientarte en el vacío de la ignorancia. Yugoslavia. Si buceo en mi mente y consigo ver con nitidez el recuerdo que me queda de la extinta Yugoslavia, recuerdo su baloncesto. La escuela balcánica. La de la técnica, la de la estrategia, la más combativa… y la más talentosa. "Los yugoslavos tienen una muñeca prodigiosa", decía el mítico Ramón Trecet en sus retransmisiones para aquella TVE de los ochenta. Los derbis entre el Partizan y el Estella Roja, la Jugoplastika de Split, el Pop 84, la Cibona de Zagreb, y Petrovic, siempre Petrovic. Luego estalló la guerra. Una guerra bestial donde el odio multiplicó y alargó los daños más de lo que nadie en Europa pensaba. Poco después, en 1993, Petrovic falleció en un accidente de tráfico. Pero el talento ya estaba enterrado.
.
desarraigo
no sé adónde pertenezco
pero no quiero llevar una sangre
que tenga tanto odio acumulado
odio que tenga dentro tanto odio
.
Ahora tengo muchos más conocimientos histórico-políticos que deportivos sobre la antigua Yugoslavia. Y también conocidos, colegas y amigos, que siendo niños vinieron a España huyendo de la guerra. Ahora son españoles y croatas, o bosnios, o montengrinos… o kosovares. No es el caso exacto de Déborah Vukušić, pero a ella también le marcó la guerra.
.
(…)
no se le puede contar a una niña
16 años 17
que su padre es una asesino
no puede enorgullecerse de asesinar
no
delante de su hija
(…)
.
Guerra. Es una palabra horrible. La guerra entre pueblos debería ser un anacronismo. Pero aún no lo es. Guerras hay muchas, la de la audiencia es una de la más importantes, pero también las hay psicológicas, económicas y hasta frías. Como digo, guerras hay muchas. También las hay de identidad. Guerra de identidad, así se llama el poemario de Déborah Vukušić. Los poemas que contiene no sólo tienen fuerza, soltura, contundencia e intensidad narrativa, no sólo te golpean como una bala perdida en una batalla, sino que desprenden ternura en sus recuerdos y sus evocaciones, en las llamadas a la inocente niñez y dura adolescencia, en las vivencias de tanto cambio, de tanto viaje, de tanta familia. El libro encierra todo un sincero y cambiante mundo interior que amparado en un firme estructura y una de esas muñecas balcánicas que tienen los jugadores de baloncesto, da como resultado un libro harto recomendable. Se trata de esa otra poesía de la que hablo a veces y que personalmente me acerca al mundo tal y como lo concibo, como lo quiero ver y leer, como lo quiero asumir, haya guerras o no.
.
(...)
mitad gallega y mitad croata
tiene gracia
parada de metro
palos de la frontera
(...)
.
Nota: Todos los versos en cursiva pertenecen a Guerra de identidad. "
.
el original en el blog de mario crespo...
gracias infinitas, mario!
1 comentario:
Gracias a ti, Deb, por escribir lo que escribes y por echarle los huevos que le echas.
Escribir sinceramente y echarle huevos a la vida, son dos cosas que, por desgracia, cada vez están más en desuso.
Un abrazo
Publicar un comentario