Introducción de David González:
Aunque ya llevo escritos unos cuantos y no descarto escribir alguno más, he de admitir que no soy nada amigo de prólogos o epílogos. A mi entender, la poesía –buena o mala, de una tendencia u otra, de este siglo o del anterior o del de Oro– se explica por sí sola, sin necesidad de más palabras que las que están en el poema.
Aclarada esta cuestión, considero necesario, no obstante, escribir unas palabras, las justas espero, acerca de la concepción y del propósito final de esta antología que tienes en las manos y del ambicioso proyecto poético que se esconde detrás y del que ella es, por así decirlo, la estación de origen, de la que parte El Tejedor en…
¿Te interesaría coordinar una serie de antologías sobre poesía contemporánea escrita por poetas de origen hispano que estén viviendo en distintas ciudades del mundo?
Si las palabras de J. Jesús Sanz, Juanje, editor de la L.U.P.I (La Única Puerta a la Izquierda), no fueron estas, fueron otras muy parecidas. Yo estaba trabajando, y todavía lo hago, en otras tres antologías de poesía; pero esta era la primera vez, en mi vida de escritor, que un editor –aunque fuese amigo mío, como sin duda lo era, y es, Juanje– me proponía coordinar algo, y menos un proyecto antológico de semejante calibre.
¿Qué estén viviendo o que hayan nacido allí?, le pregunté.
Que estén viviendo, me contestó. Que lleven haciéndolo unos cuantos años, precisó. La idea, me dijo, es que se trate de poetas que procedan de otras regiones, países o de la propia ciudad en sí… poetas que escriban desde distintos ambientes, barrios, credos, estilos, imaginarios, lenguajes, orígenes, registros… poetas que escriban desde diferentes edades, estéticas, voces, temáticas, profesiones (guarden o no relación con la poesía, la literatura en general u otras disciplinas artísticas)… En definitiva, concluyó, poetas que le tengan tomado el pulso a la ciudad, tú ya me entiendes…
Creo que sí, le dije, poetas que escriban desde distintas realidades, ¿no es eso?
Ya empezamos a entendernos, respondió.
¿Y en qué ciudad habías pensado para poner en marcha esta historia?, le pregunté.
Estábamos cenando en un restaurante de Cimadevilla, mi barrio: en el restaurante “La mar de bien”, en una mesa de la terraza, cubierta por un mantel blanco de papel, sujeto con pinzas a los bordes de la mesa para que las ráfagas del viento del nordeste no se lo llevaran.
En Nueva York, me dijo.
Antes de levantarnos y sellar nuestro acuerdo con un fuerte apretón de manos como acostumbran o acostumbraban hacer los hombres de palabra y un abrazo, amén de fuerte, solidario, Juanje me regaló el bolígrafo con el que ahora escribo estas líneas, un buen bolígrafo, de la casa Faber-Castell.
Por entonces –y esto solo lo comento a título anecdótico–, ninguno de los dos podía sospechar que al camarero que nos atendió le asesinarían tiempo después, de hecho hace unos días tan solo, a la puerta de su casa, crimen aún por esclarecer.
Nueva York, había pensado Juanje. ¿Por qué Madrid entonces? Muy fácil. Mientras empezaba a documentarme acerca de poetas hispanos que residieran en la ciudad de Jim Carroll o Woody Allen, caí en la cuenta de que un proyecto de estas características, que nacía con vocación de road movie y cuyo propósito a largo plazo no era otro que el de tejer un constructivo discurso sobre, y me hago eco de las palabras del editor, poesía contemporánea escrita por poetas de origen hispano que estén viviendo en distintas ciudades del mundo, y cuya lengua madre es, por tanto, el castellano, debería, en justicia, dar comienzo en el país de procedencia de dicho idioma y, en concreto, en su capital, Madrid, cuyo carácter intrínseco procede de sucesivas oleadas migratorias… y ciudad en la que, dicho sea de paso, conozco de primera mano la obra de incontables poetas, lo cual contribuiría a facilitar, y de qué manera, mi trabajo.
Dicho esto, y dejando a un lado otras consideraciones, solo me resta por añadir que confío en que mi trabajo en este libro esté a la altura de las expectativas que me he creado. El trabajo de los poetas aquí incluidos, el de Javier Seco, artista gráfico, y el del editor, lo está.
Nos vemos en Madrid.
Y luego, sí: en …
David González, a 8 de febrero de 2010.